PROMOCIÓN NEFASTA

No es necesario describir las infinitas maravillas que nos han aportado internet y las nuevas tecnologías en diversas áreas de nuestra sociedad. Es indudable que han puesto patas arriba todo nuestro mundo, tanto si eres un avaro empresario, como si eres un consumidor exigente.

Para los primeros, internet supone la fórmula mágica para descubrir qué desean sus clientes, qué es lo que realmente necesitan para crear su oferta a partir de estas necesidades. Para los consumidores ha supuesto algo más que una herramienta eficaz y verídica de búsqueda de información, ha resultado ser nuestro armamento más potente. Aquellos simples consumidores, dedicados exclusivamente a adquirir la demanda de bienes y servicios en el mercado para satisfacer sus necesidades, han quedado en el olvido por culpa de los prosumers. Estos consumidores de la era tecnológica han sido expuestos a algún tipo de rayos gamma que ha originado una mutación en sus hábitos, ya que han adquirido el superpoder de consumir y al mismo tiempo producir contenidos, dando como resultado el mutante más temido por las compañías que ven peligrar sus ingresos cada vez que estos poderosos superhéroes opinan sobre sus marcas.

Otra bendición de internet para los consumidores exigentes como yo, amantes de lo bueno, bonito y barato son las plataformas de ofertas y promociones como Groupalia, Atrapalo o Letsbonus, que nos han enamorado hasta límites insospechados. Páginas como éstas nos han abierto un mundo de fantasía que nunca hubiéramos podido imaginar a precios asequibles para cada tipo de bolsillo. Son de alguna manera, la llave de nuestro País de las Maravillas.

Mi experiencia en estas plataformas hasta el momento, han sido muy estimulantes, aunque he de admitir, que mis aventuras por estos rincones han estado limitadas a los descuentos gastronómicos, pero aun así eran dichosos, una deliciosa comida, entorno agradable, con una buena compañía y todo a buen precio, pero esto terminó cuando conocí a la dichosa Reina de Corazones.



Desde hace mucho tiempo, mi dentadura imperfecta se había convertido en una obsesión y desde entonces había barajado la posibilidad de colocarme la ortodoncia metálica, que aun siendo poco estética era uno de mis sueños inalcanzables. Tiempo después, con dinero en el colchón y la convicción de colocarme los braquets, descubrí una promoción que me dejó perpleja. Antes de adquirir el bono quise personificarme en la consulta, hablar con los especialistas y sobretodo investigar si aquella oferta era real. La primera impresión confirmó mis ansias de encontrar el lugar idóneo para terminar por una vez con los defectos de mi dentadura que además de crearme inseguridad, me provocaba diversas preocupaciones. Estuve en esa clínica 10 meses y al poco tiempo fui descubriendo que el conejillo blanco me había llevado a un lugar tenebroso.



La ortodoncista que supuestamente iba a realizarme un trabajo de calidad y personal, acabó proporcionándome un servicio nefasto. El estudio previo a la colocación de los braquets resultó inútil y escaso, de todas las veces que fui a hacerme las revisiones, ella solamente estaba el 10% en la clínica y de ese pequeño porcentaje, la mitad me atendía ella, el resto del tiempo eran sus colaboradoras. La atención personalizada quedó en el olvido a un simple "si te he visto no me acuerdo" y los resultados fueron todavía peores. La organización y la gestión de la consulta eran caóticas, con esperas de mas de 2 horas, conversaciones personales en mitad de tu consulta (retrasando cada vez más la espera), quejas por parte de los clientes por una o por otra razón...
 Mucha gente me recomendaba que no pusiera en riesgo mi salud por un simple bono descuento, pero la Alicia insensata que había en mi interior no comprendía porqué razón la calidad-precio tenía que cambiar en esta circunstancia, pero realmente así fue. Aquí comprendí que lo barato, a veces sale caro.
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